Espero y deseo que ésta sea la última de este año, pese a que aún quedan algunas horas, y que ha cambio el nuevo año lo primero que me traiga sea todo lo contrario.
Hay un dicho que dice algo así: “protégeme de mi amigos que de mis enemigos me protegeré yo”.
Y es tristemente cierto, cuando recibes una puñalada de alguien, de quién a lo mejor pensabas que podía hacértela, y pese a que siempre duele, no es tan fuerte el dolor como la que recibes de alguien de quién nunca habías dudado y de alguien a quien incluso querías más allá de una simple amistad, y que jamás hubieras pensado que te la hiciera, incluso hubieras puesto la mano en el fuego por ella, pero ya he descubierto, lamentablemente y con el corazón herido, que me hubiera quemado.
El dolor de la traición.
Ésta nos llega de diferentes formas pero siempre cuando menos nos lo esperamos.
Es justo en ese momento, cuando alguien nos traiciona, que nos sentimos violadas en nuestros sentimientos, y devaluadas en nuestra confianza y lealtad ya que estos dos valores: “La confianza y la Lealtad” son sentimientos elevados que todos tenemos derecho de dar y recibir en igual cantidad, de quienes llamamos: “Amigos”.
En ese momento cambia de manera total el valor de la amistad.
La traición en sí es dolorosa, y más aún, cuando nos llega de las personas que más estimamos o queremos. No pensamos en la importancia y el valor de la amistad y dependiendo de la de la traición, a veces se perdona o simplemente la olvidamos, pero ya nada es igual.
Dejamos de creer en esa persona, o peor aún, dejamos de creer en la “Amistad”
Ahora pienso que sólo hay un ser en quién podemos confiar plenamente y que nunca nos traicionará, y es en nosotros mismos, triste pero real.
Dicen que los amigos de verdad nunca te traicionan, pensaré, para alivio de mí herida que entonces esta persona nunca llegó a ser realmente mi amiga.
Y si no lo fue, pues sinceramente…….
ADIÓS!!!
Saray