Madrugón
y salimos camino del Aeropuerto, que está a unos 15 km., muy poco tráfico a esa hora, de hecho hay pocos coches en Yangón, unos 300.000 vehículos
para una ciudad de más de 4.5 millones de habitantes. Nuestro avión sale a las 6.15, de hecho
Birmania es un pais
muy bien comunicado con seis compañias interiores para vuelos domésticos.
Volamos en un ATR de Asian Wings. Una hora de vuelo hacia nuestro destino,
la ciudad de Bagán. Tiempo bastante malo, muy nublado.
Una hora de vuelo, comenzamos el
descenso, giramos a la derecha, a la izquierda, solo nubes grises a nuestro alrededor. Diviso un rio y amplias superficies inundadas,
mas nubes y seguimos bajando,
afuera no se ve nada, cuando no quedarian ni 50 metros para tocar tierra,
un giro brusco a la izquierda y nos dirigimos a tocar pista. El ala izquierda va muy caida hacia ese lado,
faltando unos 5 metros de altura para tomar tierra, el piloto inicia una maniobra de “motor y al
aire”, abortó el aterrizaje y levantó el avión.
Estoy casi seguro que de nos la hubieramos pegado o salido de la pista. No
pasé miedo. Pero ahora entiendo porque el anterior Papa Juan Pablo II, cuando se bajaba del avión besaba el
suelo.
Aeropuerto muy pequeño, terminal muy pequeña, recojo el
equipaje y salgo al exterior, ha dejado de llover, salgo al exterior a fumar un cigarro a que se me pase el susto del
aterrizaje y escucho al otro lado de un muro una especie de “mugidos”, le pregunto al guia y me dicen que son ranas. Joer
con las ranas!
Nos dirigimos a visitar el mercado local de
Nyaung Oo, pero está intrasitable de barro, pasamos
de largo, pero el tiempo está mejorando, ya luce el sol y nos dirigimos hacia la pagoda de
Shwezigón, terminada de construir en el año 1.077. No queda duda de que estamos en el “Pais de las Mil Pagodas”,
el slogan se queda muy corto, solo en Bagán llegaron a existir en su tiempo mas de 4.000 mil, las inclemencias
del tiempo y sobre todo los terremotos han reducido esa cifra, actualmente solo quedan en pie, algunas en estado
ruinoso,...poco más de 2.500.
Shwezigón Paya
Para que nuestros lectores del Blog del Puerto se
hagan una idea de Bagán, es una amplia extensión de terreno, hasta donde abarca la vista, mucho más grande que el Valle de Aridane y de donde
surgen pagodas, templos y monasterios por doquier. Hay que hacer una seleccion y visitar, los más representativos, si
no, podiamos pasarnos meses en este lugar.
Nos dirigimos en coche hacia el templo de
Htilominlo, el cual presenta en su interior grabados en sus
paredes de varios siglos de antigüedad.
Dentro del recinto de la pagoda de Shwezigón. Faldita él, faldita
ella.
Tres aspectos de la pagoda Shwezigón.
Como dije nos dirigimos luego al templo de Htilominlo,
cuya altura llega hasta los 46 metros y dentro aun guarda cantidad de grabados en sus paredes, que el tiempo no ha logrado
destruir.
Htilominlo
Htilominlo
Fieles budistas
Como es preceptivo y obligatorio,
antes de acceder a un templo o a una pagoda, hay que descalzarse, tampoco admiten llevar calcetines, así que lo más práctico es llevar cholas, se
dejan a la entrada. No se preocupen, nadie se las va ha llevar. Las mujeres, deben llevar los hombros cubiertos, no se
permiten las blusas con asillas. En algunos
templos y pagodas hay que pagar por la cámara (300 kyats, 0.30 centimos de
€ aprox.).
Es hora de comer y lo hacemos en un
restaurante a la orilla del rio Ayeryarwady, el más largo de Birmania,
comida birmana por supuesto. De ahí, ponemos rumbo al que será mi hotel por dos
noches en Bagán, el Myanmar Treasure Resort. Oiga esto si es un hotel y no el de Yangón.
Esto ya es otra cosa.
Me doy una ducha, en el anterior hotel
ni me atreví a lavarme los dientes, lo hice con agua embotellada, me echo una buena siesta y a las 5 me vienen a buscar para visitar el monasterio de
Nathaukkyaung, hecho totalmente de madera de teca. Ya al atradecer, nos dirigimos a la pagoda de Shwesandaw,
de las poquísimas a las que dejan subir en Birmania, tiene cinco terrazas a las que se puede subir por una empinada escalera y los
visitantes y nativos, suelen ir allí a contemplar las maravillosas puestas de sol.
Pagoda de Shwesandaw
Hay que subir por esa escalera hasta la quinta terraza, pero merece la pena
el esfuerzo.
Puesta de sol desde lo alto de pagoda de Shwesandaw.
Fué un momento mágico esa puesta de
sol, me hizo acordar de Tazacorte y sus atardeceres, pero aquí mirando a la lejanía de las montañas y viendo como el sol encendia las puntas de
las pagodas y templos más altos de Bagán.
Momentos de quietud, de paz, de sosiego, irrepetibles.
Atardecer en Bagán.
Y el amigo Luis Mimarlo sin querer venir.
Curva de Marina