Los antiguos griegos vivían en unas casas insalubres, tenían unos trabajos
de lo más frustrantes y adolecían de poca paciencia. El ágora griego surge
después de la caída de la civilización micénica y lo hace como el centro de
reunión cultural, político y social de cada ciudad donde se discuten y
solventan los problemas de la sociedad.
Hoy en día y haciendo un
símil, nuestros hogares cada vez tienen
más carencias debido a la crisis económica y el paro acuciante; el trabajo,
para ese escaso 70% de canarios afortunados en tenerlo, se reduce generalmente
a ser una exigua forma de vida, frustrante y limitante; y cada vez somos más
irritables e irascibles debido a nuestro problemas. El ágora moderno lo
representan las Instituciones, que cada vez se muestran menos capaces para
afrontar nuestra realidad y buscar soluciones tangibles a los dilemas sociales.
En el siglo XIX el
marxismo con su nueva ética transformó el mundo, basándolo según la Filosofía
de Karl Marx en el economicismo, que no es sino la doctrina que concede a los factores económicos primacía sobre
los de cualquier otra índole,
reduciendo todos
los hechos sociales a su aspecto económico y descuidando los aspectos sociales, morales, culturales y políticos. Esta percepción del hombre deja de lado todos los demás aspectos del ser humano: homo sapiens, homo loquens, homo faber y homo ludens (el hombre que piensa, habla, que fabrica y que juega a
través de lo que crea y se recrea).
En el siglo XX surge un
nuevo marxismo: el de Groucho Marx. El marxismo que hizo de la reducción al
absurdo de las situaciones que nos ofrece la vida real una verdadera filosofía
marxiana basada en la
visión hipercrítica de los convencionalismos sociales.
El marxismo del siglo XXI,
desgraciadamente es el de Groucho, que se refirió a cierto modo actual de
política y a ciertos políticos carentes
de soluciones reales a problemas reales diciendo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un
diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados"; el
marxismo, el de Groucho, que anunció hace más de treinta años una corrupción
que azota la política y a los políticos
del siglo XXI: " Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto:
preguntárselo. Si responde sí, ya sabemos que es un corrupto"; el marxismo, el de Groucho, que habla de la
carencia de principios y moral que nos
invade: "Estos son mis principios. Si no le gustan
tengo otros".
Guillermo Cabrera Infante
escribió: Marx
habrá muerto pero Groucho vive ...
Alfonso J.
López Torres
Secretario
Federal CCN
@AlfonsoJLT
Pensaba expresar mi opinión, pero como en este blog hay censura, no merece la pena.
ResponderEliminar