Por invitación del Sr.
Alcalde recibí el encargo de anunciar que en estos días Tazacorte celebrará las
fiestas en honor a San Miguel, el santo patrono de este municipio y de toda la
Isla, el arcángel que el credo católico
considera como patrono y protector de la Iglesia Universal.
En estos festejos de
septiembre abundan los actos que se ofrecen a paisanos y foráneos y que
exaltan las virtudes de un pueblo laborioso, orgulloso de su identidad y de su desarrollo como entidad histórica.
Desde este momento en
que se pregonan y hasta su terminación, es deseo de la Comisión de Fiestas
convertir a Tazacorte en centro insular de múltiples y variadas actividades
deportivas, lúdicas o culturales.
Tazacorte, en palabras
del prestigioso investigador Talio Noda es una de las tres poblaciones más
musicales de Canarias desde 1878, año en que ya tenía una banda de Música de
más de 70 miembros. En estas fiestas de 2016
los espectáculos y las artes musicales impregnan las noches del septiembre de San
Miguel con actuaciones de los grupos de música folklórica y popular como la
agrupación Benahoare, Renacer, Aduares y Hesperia folk, el festival de pianistas y jóvenes
profesionales y el Concierto Tributo a Fredy Mércury.
Tazacorte, tierra de
pintores que reconoce la figura de Cándido Camacho como el exponentes más destacado de la llamada
generación de los setenta en las artes plásticas canarias ya cuenta, sorprendentemente, con tres galerías de arte privadas y dos salas
de exposiciones de titularidad pública que, junto a la Hacienda de Abajo,
primer hotel emblemático de las Islas Canarias que aglutina en sus dependencias
una enorme variedad de esculturas, pinturas y enseres de alto valor histórico y
patrimonial, ya catapultan a este pueblo
en las redes de consumo cultural como uno de los primeros destinos del turismo
especializado que visita estas Islas. La exposición “Pinceladas” de la Casa de
La Cultura, las artes escénicas, la artesanía local y el cine al aire libre completan la agenda
cultural en estas fiestas que conmemoran al Santo Patrono Miguel.
La Palma, la Isla
entera, creo que tiene el deber de agradecer a este pueblo que cada mes de
septiembre, desde hace siglos, mantenga incólume las singulares tradiciones de
la Fiesta del Patrono de la Isla. Bagañetes,
palmeros y visitantes debemos apreciar con nuestra presencia los genuinos y tradicionales actos del Baile de Parejas, la Diana de Gigantes y Cabezudos, el Desfile de las carrozas mejor engalanadas
de la Isla, la ofrenda del Cabildo en la Misa del 29 de septiembre y el portentoso
desfile de Los Caballos Fufos, corceles de colores al paso del pasodoble “Vuela, Vuela, Palomita” que desde 1945 ambienta las calles
de Tazacorte al son de este popular tema musical creado por el prolífico
Lorenzo Barcelata para la película mejicana
“Ora Ponciano” de 1937.
Es deseo de todos,
empero, que en estos días festivos, más que nunca, se sientan ustedes más
próximos y solidarios con los propios habitantes de Tazacorte que por alguna
razón no pueden disfrutar suficientemente de estas fiestas patronales y con
aquellos que regresan estos días procedentes de lugares diversos para
participar en los festejos y reencontrarse con sus amigos y familiares. Actitud
generosa, participativa y cooperadora para que se sumen energías en unos días
entrañables.
Sr. Alcalde, Sra.
Concejal de Cultura, Corporación Municipal, autoridades, Señoras y Señores:
Quiero, aunque suene a
tópico, agradecerle Sr. Alcalde, el honor
que supone para mí compartir con ustedes un momento tan señalado: el de
pregonar la Fiesta de San Miguel.
Es el momento en el que
el calendario se detiene en esta localidad. San Miguel concentra ilusiones,
alegría colectiva e identidad. Cualquier persona que llegue a Tazacorte sin
conocerlo y recorra con la mirada este
pueblo, desde el Roque Becerro a Juan
Graje, con las Playas de la Bombilla, Los Guirres, Nueva o El Puerto, con los
terrenos de cultivos cubiertos por el manto verde de las cepas de los plátanos, las angostas calles de El Trigo y Pescadores, las diminutas plazas de El
Ranchito o Los Pajeros y las opulentas mansiones históricas de El Charco… sabe
que éste es un pueblo de contrastes que ha forjado su presente con enormes
esfuerzos de superación.
Estos esfuerzos han
hecho de Tazacorte un pueblo de vanguardia. Las mejores tierras de cultivo de
la Isla, la benignidad de su clima y las cualidades humanas de sus
pobladores ocasionan la presencia de foráneos aquí desde el mismo 1493.
Los hacendados que necesitaban mano de
obra asalariada para las fincas hicieron de este pueblo el más próspero de la
Isla. La familia Monteverde, por
ejemplo, de origen flamenco, que podía
haber elegido cualquier lugar para fijar su residencia, se estableció en El
Charco desde el año 1513, con sus ingenios de azúcar.
Pero para quien tenga referencias de este pueblo desde hace
más de un siglo, el crecimiento poblacional y la riqueza de este lugar sabe que
se deriva de la siembra de las primeras plantaciones de plátanos y tomates en
la década de 1890 fundamentalmente por empresas también foráneas que
comprobaron las ventajas del lugar. Compañías inglesas como Blandy, Elder and
Depster y Fyffes embarcaban sus frutos por El Puerto de Tazacorte que fue declarado
de interés general por el Gobierno en 1896 y que llegó a ser el cuarto en importancia de
Canarias por la actividad que generaba la exportación de tomates, plátanos, cochinilla,
tabaco y caña de azúcar.
Se había convertido Tazacorte
desde sus inicios en un lugar vigoroso, atractivo para quienes se acercaran a
comprobar las peculiaridades de un pueblo en progreso. El encanto para las
personas que eran destinadas a trabajar a Tazacorte era casi inmediato al
comprobar que éste ha sido y es un pueblo de prestigio, solvente y con
ilusiones colectivas.
En 1894 el profesor Pedro de Las Casas publica en
Santa Cruz de La Palma el libro ´”Geografía Universal y Particular de la Isla
de La Palma” en la que además de mencionar que Tazacorte es el puerto por el
que El Paso y Los Llanos efectúan sus transacciones comerciales, decía que era
el “pago más más rico y más poblado del
término municipal de Los Llanos, con mil novecientos setenta y seis habitantes,
compuesto de gran número de casas de uno
y dos pisos”
Otro maestro y prestigioso investigador, Luis Diego Cuscoy, natural de Gerona, que
prologa el libro “Crónicas de mi Pueblo” de 1978, hace la descripción, con
actitud lírica, más esbelta que se haya hecho, a mi juicio, sobre este pueblo.
Dice que “quienes conocen Tazacorte deben conservar de aquel vegetal esplendor, un recuerdo que, por vía imaginativa, les
lleve a paisajes de trópico manso y mollar; de aquella orilla, un hálito marinero que va
de la ventura de dimensiones atlánticas al sosegado quehacer del pescador de
bajura; de aquellas fincas, la imagen de plantaciones que estallan, exuberantes
y avasalladoras, en latitudes calientes y lejanas; del caserío, el trasunto de
una voluntad impetuosa y alegre que busca conjugar lo urbano con lo vegetal, con la
claridad derramada, con el aire oloroso a mar y tierra, a fruta y a alga ; de
sus gentes, una vitalidad jubilosa que
concuerda con la tierra fértil, con los colores estimulantes, con el mar, con
el aire a un tiempo sosegador y animador, con la luz que cincela relieves,
barrancos, orillas y caserío de insólito colorido.
Precisamente, el
periodista, escritor, luchador por las libertades y cronista oficial de esta
población, Felipe Lorenzo, que escribió estas crónicas, afirmaba que amaba a Tazacorte por “los ancianos que se tragan las horas para
burlar el tiempo; por los niños desarrapados que en La Esquina juegan; por el
canto del gallo que retumba cuando abre el día; por la tertulia diaria en la
zapatería; por las noticias que aumenta
o inventa el peluquero; por la emoción que provoca la carta que llega; por la solemnidad que revisten los
entierros; por los domingos de ropa
limpia; por los conciertos de la banda
de música; por las campesinas que cantan
al unísono; por sus hombres humildes,
inflexibles, dóciles, rebeldes...
Esta descripción de
Felipe Lorenzo, permítanme decirlo, lejos de parecer un reflejo de una sociedad
en precario estado de desarrollo, para quienes no vivían en Tazacorte eran
síntomas justamente de todo lo contrario. Las gentes de las poblaciones de
agricultura de secano de los alrededores traían, durante gran parte del
S.XX, sus producciones al único lugar de
venta posible, a un pueblo de cuatro mil habitantes con luz eléctrica desde el
año 1922, mientras que a los pueblos situados más allá de El Time o a caseríos
cercanos como en el que yo nací, llegó
la corriente eléctrica unos cincuenta años más tarde. Los campesinos de estos
lugares, después de bajar con las
cestas, odres o angarillas las vueltas
de Amagar o la Cuesta Zapata con los frutos del monte, almendras, higos, uvas, queso, vino,
vinagre o lana debían pagar en el
fielato de Miguel Bartolo situado en La Avenida, una especie de impuesto antes
de proceder a la venta que se realizaba
en las tiendas y en las calles del pueblo. Con el escaso dinero ganado se compraban enseres o víveres indispensables
y se intentaba ahorrar para las emergencias médicas.
Tazacorte adelantaba en
progreso económico a casi todas las poblaciones del Valle y de la Isla, como
decían los cronistas viajeros. Había aquí tiendas de ropa estables como la
de Juan Pino en La Esquina, la de Ángel
Castro en La Plaza, la de Tomás y Moisés Koury o Pancho “El Grillo” en la Calle de la Iglesia, o en la de Don Leal y Doña Lola en la Acera
Ancha. Se confeccionaba ropa a medida en los salones de costura o en las sastrerías de Pepe Chaveo, Haroldo y Gregorio. Había talleres de
latonería como los de Julio El Herrero en El Trigo o Gilberto, en Los Pajeros.
Hubo cuatro molinas de gofio que
trabajaban con energía eléctrica: en El Morro, la de Enrique y la de Servando
el de Las Manchas; en San Borondón, la de Rodrigo y en
Los Pajeros, la de Julián. Y otras dos
en El Charco, movidas con energía hidráulica, la de Pepe Molina y
Antonio Burraday …
El trasiego de pequeños
comerciantes era incesante en el Tazacorte del Siglo XX que “mercadeaban” en decenas de tiendas de ultramarinos y en las mismas
viviendas de manera ambulante. Hubo cinco panaderías, como
la del “Carrizo” en Los Pajeros o la de Domingo Pérez Jiménez en El Trigo. Los
niños disfrutaban con los polos de Policarpo “Capito” fabricados en El Charco.
Por herencia de mi
abuela, cuya familia procedía de Tazacorte, teníamos en mi casa una pequeña
finca de plátanos en un lugar, o “suerte”,
que le decíamos La Banana, en la bajada de la Cruz de San Isidro que
estaba llena de pequeños minifundios que sus propietarios atendían con esmero.
Yo venía con verdadero gozo a nuestra “finquita” para disfrutar sobre todo de
lo que me parecía que era la abundancia de agua. Su sonido por las atarjeas, la
entrada en las calles separadas por bordos… era un espectáculo emocionante para
alguien que venía de un lugar, en este caso Las Manchas, en el que el agua se racionaba a razón de
cinco litros por familia al día en las colas de los chorros públicos. Para mí, Tazacorte era
el pueblo de la abundancia y la riqueza. Los propietarios que bajaban caminando
para atender su celemín o su cuartilla de veinte cepas de plátanos se reunían cuando
era la dula, el riego por la sieque, alrededor del repartidor que controlaba con reloj de bolsillo los
tiempos. Al terminar y pasar por delante del Bar de Manolo de San Borondón, veía
a los trabajadores de las bases disfrutar en los atardeceres del genuino licor
de café charlando sobre los triunfos del Victoria o de lo bien que lo hicieron los retintos y
melados en las riñas contra la Gallera de Los Llanos.
Entiendan ustedes que cuando
en 1993 me destinaron como funcionario de carrera al Colegio Juan XXIII, centro
que tuve el privilegio de dirigir, sintiera,
permítanme la licencia, estar en un
destino cómodo y conocido, en un reencuentro emotivo con mi pequeña historia
personal.
Tazacorte fue en sus
inicios el referente económico que
generaba los empleos más diversos y
sorprendentes. El propio Miguel Medina Quesada, primer alcalde de Tazacorte
cita curiosos oficios que se prodigaban por este pueblo. Escribía que en esos
años había en el recién creado municipio algunas profesiones curiosas: un
droguero, un expendedor de efectos
timbrados, un alcalde de mar, varias
profesoras en partos y veinte fisgones
(que nunca no he podido averiguar qué actividad era esa), peleteros,
sombrereros, barberos, comisionistas, consignatarios, corresponsales de bancos,
importadores de ingredientes…
Enumera cafetines como
“La Cueva” o “El Manicomio, dos
fondas y casas exportadoras de plátanos, tomates, cochinilla y almendras.
El atractivo que
siempre ha ejercido este pueblo para quien lo visite y compruebe sus virtudes
humanas y su espléndido y rico suelo ha sido determinante. Los propios
precursores de la segregación de Los Llanos en 1.925 fueron el bagañete Antonio
González Acosta junto al primer párroco, el padre Agustín Fernández de la
Guerra y el citado maestro Miguel Medina Quesada, que vino destinado sólo
cuatro años antes de la segregación y que fue primer alcalde con un lema
personal de gestión: “Tazacorte, puerto y escuelas.
El encanto de este lugar “cautivó” también de manera definitiva a un personaje
entrañable nacido en 1.925 en Las Palmas
de Gran Canaria: Cronista Oficial de Tazacorte,
el polifacético Luis Sánchez Brito fue una de las destacadas figuras del
mundo de la literatura y las artes plásticas en La Palma. Fue maestro nacional, licenciado en derecho,
secretario de varios Ayuntamientos y del Cabildo de Fuerteventura. Yo tuve la
enorme fortuna de compartir numerosas tertulias sobre sus caricaturas, sobre el
arte de la papiroflexia que impregnaba sus obras líricas y narrativas, sobre
sus escritos satíricos y de la felicidad que le brindaba Tazacorte. Le gustaba
recitar los propios relatos líricos de sus libros: “Cuentos de Papirolas”, “Cuentos de Galandar”, “Cuentos de Tazacorte y
San Borondón” y “La Pérgola y El Caballo Fufo”, que siguen siendo libros indispensable para entender la forma de
vivir y manifestarse de la Villa y Puerto de Tazacorte.
Sr. Alcalde. Hoy día 9 de septiembre de 2016 en el que
pregonamos estas Fiestas de Sn Miguel, debemos celebrar un acontecimiento que perdura
en el recuerdo colectivo de este pueblo de manera ininterrumpida. Hace hoy justamente 90 años, en la tarde del 9 de
septiembre de 1926, se reunió el pleno
del Ayuntamiento, presidido por el
Alcalde Accidental, Pedro Gómez Acosta. Con el apoyo de 67 firmas de ciudadanos
de Tazacorte, acuerdan nombrar a D. Manuel Morales Pérez como Médico titular de
este municipio creado un año antes. Su presencia de más de 60 años en Tazacorte
es un caso único de simbiosis entre un
pueblo y un ser humano, generoso, inteligente y responsable.
Había
nacido en Mazo, de familia humilde, pudo formarse como médico en Madrid y tuvo
cómo único destino Tazacorte. Fue tanta
la atracción de este pueblo que, cuando
estaba cierto tiempo fuera de su consulta de la Acera Ancha, decía que le daban
ganas de encerrarse en Tazacorte. “Los rosales
-decía- me son allí una necesidad
para alimentar mi sentir en algo de delicadeza”. Aquí ejerció una intensa
dedicación a la atención médica, no sólo de los pacientes del municipio de
destino sino también de todos aquellos que, de múltiples lugares, acudieron a
él atraídos por la creciente buena reputación profesional que se iba
ganando.
Yo
no recuero de mis primeros años de vida otro médico que no fuera D. Manuel
Morales. De Las Manchas me traía mi madre a aquella consulta de paredes altas
que vagamente evoco de la consulta de la Acera Ancha o las propias visitas que
realizaba a mi casa cuando era requerido para ello, con aquella mirada serena
que, con cuatro o cinco años que yo tenía entonces, generaba en mi pequeño ser
una tranquilidad difícil de describir.
D. Manuel Morales fue
un hombre culto, reposado y tranquilo. Poseía cualidades demostradas para haber
elegido cualquier hospital de Europa, por su expediente académico, sus
contactos en el mundo científico y su capacidad para la investigación, Amaba a su profesión por encima de todo y
procuró siempre estar al día de todos los adelantos. Trajo a La Palma el primer
electrocardiógrafo que funcionó en esta Isla y fue reconocido a nivel nacional por su
actuación en la epidemia de la peste bubónica del año 1928 en Tazacorte donde
arriesgó su propia vida. Las sabias medidas que dispuso evitaron que se
propagara por el pueblo con consecuencias dramáticas.
Pueblo de Tazacorte:
Desde siempre, la
Fiesta de San Miguel ha sido una cita ineludible, una llamada a la que los
habitantes de Tazacorte responden siempre con ilusión.
Hoy, gracias a la
invitación del Sr. Alcalde y de la Concejal de Cultura, debo expresar los motivos
por los que estos días son tan especiales. Los pueblos no son sus términos
municipales, ni las calles, ni las fuentes o las plazas: son las personas que
apuestan vivir juntas y se comprometen con proyectos comunes. Este es el legado
que hemos recibido de nuestros antepasados y que tenemos que transmitir a los
que nos suceden. Un pueblo lo hacen, además, sus tradiciones, sus fiestas…. Si
el pueblo sabe mantener y potenciar todo
esto, seguirá teniendo futuro.
En estos días en los
que no es difícil encontrar el valor de lo común, de compartir…. las fiestas
invitan a estrechar manos, a acoger, a ensanchar casas, a encontrar el tiempo
para recordar y convivir.
Este es el sentido de
las fiestas de este año, de los anteriores y de los que vengan.
Que estas fiestas sean
las fiestas de todos: de nuestros mayores, de los niños y niñas, de los
familiares que regresan, de los visitantes de otros pueblos o países… que todos
tengan cabida y todos lo pasen bien.
¡Que den comienzo las
fiestas de San Miguel¡
¡Viva Tazacorte¡
¡Viva San Miguel¡
Primitivo Jerónimo Pérez
Cabildo de La Palma. Educación y Patrimonio Histórico.
Consejero
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