El tiempo invertido en
llegar por la vetusta carretera hasta Pindaya y la visita a la cueva nos ocupa la mayor parte del dia, llega la hora de comer y lo hacemos
en un restaurante que está justo al lado del lago que antes mencionaba.
Reponemos fuerzas y seguimos
viaje por carretera camino del lago Inle, vemos grandes plantaciones de árbol del caucho. Otra vez la lluvia hace acto de
presencia, no es muy copiosa pero nos hace disminuir la marcha. Llegamos al pueblo de Nyaungshwe,
situado al norte del lago. Nyaungshwe se ha convertido, según me cuenta el guia, en un bullicioso
centro turístico, con montones de pensiones y hoteles baratos, así como de resturantes, que han
transformado a este pueblo en un centro neurálgico de mochileros.
Es precisamente este animado
pueblo el que constituye la entrada principal al lago Inle, un canal de unos 4 kilómetros nos conectará con el lago.

La mayoria de visitantes del lago Inle lo hacen por Nyaungshwe.
Cuando ya pensaba que habrían pocas cosas que pudieran
impresionarme de Birmania, nos adentramos en la belleza de este lago que se encuentra en el centro del país y que
desde luego a nadie puede dejar indiferente.
El lago, geográficamente hablando tiene unos 20
km. de largo por 10 km. de ancho, pero es dificil donde termina el lago y comienzan las marismas y los innumerables canales que
confluyen en él.
Aquí el principal medio de transporte, tanto de
personas como de mercancias son unas barcas alargadas que lo estan cruzando constantemente. Así mismo, alrededor del lago, confluyen
varias etnias como los danu, kayah, shan, pa-o, taung y los intha, estos últimos tienen una técnica de remar
las barcas que es única, reman con el pie.

Peculiar manera de remar, con el pie.
Cada cinco dias se celebra un mercado local en
donde confluyen todas estas etnias a vender sus productos, constituye un verdadero regalo para los sentidos deambular por los cientos
de puestos en donde unos ofrecen una cosa otros otra, pescado, hasta existe un par de “farmacias”, en un
rincón aparece una “peluquería”de caballeros, puestos de comida local y así un larguísimo etcétera. Pasé una
buena mañana deambulando entre toda este gente que amablemente me invitaban a probar sus productos,
siempre con una sonrisa en la cara.
Luego como no podía faltar visité la pagoda local y un gran cobertizo donde
se guarda una gran barcaza dorada, una hintha (cisne dorado de la leyenda birmana), que
durante la fiesta local de la Phaung Daw Oo Paya, que se celebra entre septiembre y octubre, recorre todas las pagodas de la
zona, llevando a bordo a cuatro budas dorados.

Recorriendo el lago Inle en dirección sur.

Mercado local.

Todas las casa en el lago se asientan en el fondo del mismo.
Palafitos.
Al siguiente dia, visitamos con calma, una
zona de pagodas que están la mayoría en ruinas, aunque ya se está poniendo empeño en la restauración de algunas, otras son ya totalmente
irrecuperables. Vamos despacio por uno de los canales, observando a los pescadores remando con el pie, lo
que les deja los brazos totalmente libres para lanzar las redes.
Podría decir que si Birmania es un cuento, el lago
Inle es uno de sus capítulos mas apasionantes.
Atardecer en el lago Inle, tal y como lo contemplaba desde el hotel.
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