Si existe una profesión “exenta” de crueldad y que representa la “cosificación” de los animales en su máxima expresión es la taxidermia. Decimos que es una actividad carente de crueldad pues la víctima, el animal no humano, llega muerto a las manos del siniestro profesional. Es un cadáver que estos artistas de lo necrótico convierten en un objeto de decoración.
Es la culminación del desprecio por la vida: un animal con toda una existencia por delante es convertido en un objeto inanimado para satisfacción de la persona, en la mayoría de los casos, responsable de la muerte.
Esta actividad se haya íntimamente
relacionada con la caza. Pero no son pocos los habituales a estos
profesionales de la muerte. Incluidas las personas que, echando de menos
a su compañero animal, los disecan cuando mueren y exhiben en una fría
quietud intemporal. Un acto tenebroso la de ubicar a tu mejor amigo no
humano, ahora muerto, cerca, donde contemplarlo. Ya no habrá más
caricias, calor, juegos… vida, algo realmente patético.
Siempre
me he preguntado cual puede ser el proceso mental de una persona que
disfruta de un cadáver, entero o pedazo, colgado en la pared de su casa
Otros que gustan de estos profesionales
son los taurinos. Por ejemplo, la cabeza de algunos toros aniquilados en
Tordesillas a raíz del festejo del Toro de la Vega “decoran” las
paredes de bares, restaurantes o la casa del matarife de turno. Es el
caso de Oscar Rodríguez, ejecutor de Vulcano durante el Torneo de 2013,
que ahora tiene la cabeza del enorme animal a disposición de sus amigos.
Es habitual, también, encontrar en tiendas taurinas a toros disecados.
Sólo comercios muy concretos llaman la atención de su público con
animales (enteros o trozos) muertos, poniendo en evidencia el nivel
empático, sensibilidad hacia el dolor ajeno y afición del público
atraído.
Otros que gustan de estos profesionales
son los taurinos. Por ejemplo, la cabeza de algunos toros aniquilados en
Tordesillas a raíz del festejo del Toro de la Vega “decoran” las
paredes de bares, restaurantes o la casa del matarife de turno. Es el
caso de Oscar Rodríguez, ejecutor de Vulcano durante el Torneo de 2013,
que ahora tiene la cabeza del enorme animal a disposición de sus amigos.
Es habitual, también, encontrar en tiendas taurinas a toros disecados.
Sólo comercios muy concretos llaman la atención de su público con
animales (enteros o trozos) muertos, poniendo en evidencia el nivel
empático, sensibilidad hacia el dolor ajeno y afición del público
atraído.Desde luego, son cuestiones inquietantes sobre la naturaleza humana.
Por Juan R. Arriaz.
Fuente: BLOG/PACMA

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