“ UN BAGAÑETE EN BIRMANIA “ ( 5 )

Bueno ya estoy en Mandalay, la tercera ciudad del pais, un poco más sosegada que Yangón, pero con bastante tráfico, sobre todo de motocicletas. El birmano conduciendo es bastante prudente, salvo excepciones no se verá un coche a más de 80 km/h. Los coches llevan el volante a la inglesa, es decir a la derecha, pero se conduce como en España, por la derecha.

            Mi siguiente parada es el monasterio de Mahagandayón, en donde actualmente viven unos 1.200 monjes budistas, lo visitamos temprano en la mañana a eso de las 9, viendo su actividad diaria, que es como nos debieramos de imaginar, propia de un monasterio. Su primera comida es a las 5 de la mañana y la segunda es a las 10 de la mañana.

Largas filas de monjes esperando para recoger su segunda y última comida del dia.

    Se hacen dos largas filas de monjes, que esperan pacientemente al reparto de comida, llevando cada uno su correspondiente cuenco de color negro en donde les ponen arroz, verduras, frutas. Algunos de ellos, son todavía unos niños y se les distingue por su túnica de color blanco, aún no han sido ordenados monjes.

Los “novicios”.

    A partir de las 12 del dia, ningún monje puede ingerir alimento alguno, solo agua, tampoco puede compartir su comida, pero de la misma manera, tampoco pueden dejar sobras de las mismas. Otro aspecto que me llamó la atención, es la existencia de “monjas”, no sabía que existieran monjas budistas, pero si que las hay, en menor número que los hombres, pero son bastante numerosas. Se las distingue por sus túnicas de color rosado.

Monjas birmanas.

   Antes de llegar a Mandalay, se me olvidó comentar mi visita al monte Popa que está a unas 2 horas en coche desde Bagán.

La paliza no está solo en el viaje en coche hasta allí, sino luego subir los 777 escalones que llevan hasta el monasterio que hay en la cima, que luego evidentemente hay que volver a bajar.

   El monte Popa es un volcán apagado de 1.518 metros de altura, situado en el centro de Birmania a unos 70 kilómetros de Bagán,

es la morada de los espíritus de la montaña, los NATS. Los birmanos, hay que decirlo, son bastante supersticiosos. De esos 1.518 metros de altura, “solamente” hay que subir 734 metros, que son los que corresponde a los 777 escalones que llevan al templo que está en la cima. Al rey que se le ocurrió construir ese templo allá arriba algo de sádico debia de tener. Otra de las supersticiones que rigen a quien quiera subir al monte Popa, es no llevar nada de color rojo o negro, no sea que algunos de los espíritus (NATS) se vaya a mosquear y nos envie algún tipo de infortunio.

Monte Popa.

     Inicio mi subida al Popa desde principio de la escalera que está flanqueada por dos elefantes enormes de color blanco, se dice que a un ritmo normal se tarda unos 20 minutos en subir hasta la cima, decía yo a mi guia que eso sería alguno de la Transvulcania que pasó por aquí, yo me lo hice en 50 minutos....¡tengo que dejá la fuma coño!,... pero llegué.

    A los pocos metros de subida y después  de sortear a algunos cuantos vendedores de baratijas, me enfrento a unos pocos de monos, que de alguna forma te exigen una especie de peaje. Saco de la mochila unos cuantos chupa-chups y se los tiro y allá que van los monos detrás de los chupa-chups, paso libre y prosigo mi subida.

   Una vez en la cima, el esfuerzo valió la pena, las vistas desde aquí son impresionantes y abarcan muchos kilómetros a la redonda desde este auténtico Monte Olimpo birmano. 

   Ya de regreso, nos paramos en la carretera para ver de donde obtienen el azucar los birmanos. Aunque plantan caña de azucar, tambien la extraen de una palmera, a la que simplemente llaman “palmera de azucar” y su recolección recuerda mucho al guarapo gomero, no deja de ser interesante e incluso me invitan a degustar una especie de “orujo” destilado de la misma.

Aquello tiene por lo menos 70º, fuerte a más no poder. Como una imagen vale más que mil palabras les adjunto el siguiente vídeo.

     Curva de Marina