HALLOWEEN

Aparte de discursos éticos, creo en la vida sobre todas las cosas, creo en la vida en todas sus formas, creo en esos veintiún gramos que dicen que perdemos al morir. Esos veintiún gramos que son nuestra esencia, ese algo que queda en la tierra como parte de nosotros mismos, que está y estará aquí para siempre en nuestros hijos, en los que nos recuerdan y en lo bueno que dejamos en nuestra manera de ser y en lo que hacemos por lo demás, que es lo que verdaderamente importa. En definitiva creo en la muerte como parte de la vida, es lo que me enseñaron. Todas estas expresiones y manifestaciones de mis creencias vienen a cuento por las fiestas de Halloween que se celebran estos días, fiestas con las que no estoy de acuerdo. Aparte de las connotaciones paganas (estas fiestas tienen su origen en la fiesta de origen celta llamada Samhain o fiesta de los espíritus que coincidía con el equinoccio de invierno), de las cuales no opino.

Mi queja tiene su razón de ser por la excesiva comercialización que se hace de esta fiesta que hemos heredado de los americanos. Me quejo de que esta supuesta fiesta no es ni más ni menos que otra manera de consumismo voraz en el que nos hemos metido. Estas fiestas suponen un desprecio a la forma que tenemos de entender la muerte en este país. Me parece que entre otras cosas hemos caído en este consumismo devastador que poco a poco y como la droga nos ha ido enganchando. Ese consumismo que devora a inocentes y que corrompe mentes, y quizás esté ahí el problema de esta sociedad que es incapaz de ser feliz sin consumir. Vivimos en una sociedad que destruye lo más sutil e íntimo de las personas y que se lleva por delante a todo aquel que no entre en su juego y no respeta ni a vivos ni a muertos.

Unos le llamarán pecado, otros capitalismo, y a veces pienso que nos merecemos lo que tenemos, aunque me queda la esperanza de aún existen personas que no se guían por estos parámetros y dan su vida y su alma por los demás y ahí pongo a gente que lo hace por creencias religiosas y otros que lo hacen por pura filantropía y amor a los demás sin ninguna causa ideológica detrás. Todas estas personas de las que siempre nos olvidamos, pero que existen, están ahí, simplemente hay que abrir un poco los ojos y los encontraremos, sólo me gustaría que les encontráramos, porque como dicen los gallegos: “haberlos, hailos”, y están ahí. 

Y que si de una manera u otra celebramos estas fiestas, no nos olvidemos de dejar una lamparita encendida como hemos hecho siempre en recuerdo de nuestros muertos. Pero también como homenaje a todos aquellos de los que nadie se acuerda pero están ahí.

Feliz día de todos los santos y aunque parezca en este caso poco apropiado recordar a los difuntos, que de festivo tiene poco pero que nos sirve para recordar a nuestros seres queridos para que no mueran para siempre.

Sigo creyendo en el ser humano a pesar de todo. Espero que vosotros también, pero no en Halloween, que no me regalen nada pero que tampoco me lo impongan.

Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se llega la muerte tan callando:

cuán presto se va el placer,

cómo después de acordado da dolor,

cómo a nuestro parecer

cualquiera tiempo pasado fue mejor.

Nuestras vidas son los ríos

que van a dar a la mar,

que es el morir;

allí van los señoríos

derechos a se acabar y consumir;

allí los ríos caudales,

allí los otros medianos y más chicos;

allegados, son iguales

los que viven por sus manos

y los ricos

Este mundo es el camino para el otro,

que es morada sin pesar;

más cumple tener buen tino

para andar esta jornada sin errar.

Partimos cuando nacemos,

andamos mientras vivimos,

y llegamos al tiempo que fenecemos;

así que cuando morimos descansamos.

Este mundo bueno fue

si bien usásemos de él como debemos,

porque, según nuestra fe,

es para ganar aquel que atendemos;

y aún aquel hijo de Dios,

para subirnos al cielo,

descendió a nacer acá entre nos,

y a vivir en este suelo do murió.

Los placeres y dulzores

d'esta vida trabajada que tenemos,

¿ qué son sino corredores,

y la muerte la celada en que caemos?

No mirando a nuestro daño

corremos a rienda suelta sin parar;

des que vemos el engaño

y queremos dar la vuelta,

no hay lugar.

No gastemos tiempo ya

en esta vida mezquina

por tal modo,

que mi voluntad está

conforme con la divina para todo;

y consiento en mi morir

con voluntad placentera, clara y pura,

que querer hombre vivir

cuando Dios quiere que muera,

es locura.

Tú, que por nuestra maldad

tomaste forma servil

y bajo nombre;

Tú, que a tu divinidad

juntaste cosa tan vil como el hombre;

Tú, que tan grandes tormentos

sufriste sin resistencia en tu persona,

no por mis merecimientos,

mas por tu sola clemencia me perdona.

Así con tal entender

todos sentidos humanos conservados,

cercado de su mujer,

de sus hijos y hermanos y criados,

dio el alma a quien se la dio

(el cual la ponga en el cielo en su gloria),

y aunque la vida murió,

nos dejó harto consuelo su memoria.

Jorge Manrique a la muerte de su padre

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Juan Salvador Pérez Hernández. (Un Bagañete exiliado del mar)