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viernes, 14 de octubre de 2011

On 18:39 by PuertodeTazacorte in    3 comments
Llevo varios años viviendo en Madrid y  nunca en todo este tiempo el mes de Octubre había sido tan caluroso. Él caso es que por el día, las temperaturas están siempre por encima de los veinticinco grados, algo inusual para estas fechas. Aunque parezca mentira y por mi condición de canario y esté más a gusto con este clima, echo de menos la lluvia, aunque puede ser que como palmero esté más  acostumbrado que otros de mis paisanos a este fenómeno atmosférico.

Si sales un poco a las afueras de Madrid-capital observas cómo sobre esta se ha aposentado una especie de capa ocre-amarillenta con forma de niebla siniestra, todo esto debido, creo yo, que ya somos muchos en tan poco espacio y la contaminación y polución que generamos con nuestros coches y fábricas nos esta asfixiando como una colilla de un cigarro encerrado en una botella que solo con la lluvia se soluciona. Él tema está en que como no llueva pronto, la mala leche, perdón por la expresión, de la que se habla que tenemos la gente que habitamos Madrid, y digo habitar porque a veces Madrid es difícil de vivir, todo prisa y todo agobios, me temo que más de uno y más de dos acabaremos a tortas en plena Castellana. Exageraciones aparte, creo que como esto siga así no sé cuánto tiempo más vamos a aguantar, nadie informa sobre los niveles de contaminación ni de Ozono simplemente nos dan la murga en los telediarios, todos los días lo mismo, sobre las altas temperaturas en las capas altas y el dichoso anticiclón portugués. Me preocupan más estos hechos climáticos que la dichosa enfermedad económica con la que nos están atosigando todos los días en beneficio de los de siempre. A veces creo que nos engañan “inmisericorde” y desvían la atención hacia temas que no les resto importancia.Hay mucha gente pasándolo mal por la dichosa enfermedad económica, pero creo que el tema del clima es un tema que solucionamos ahora, y no me valen los falsos negocios del reciclaje, eso es otro tema, o esto señores se acaba. Me pregunto cómo hoy catorce de Octubre yo un bagañete exiliado del mar aún no haya sentido frio y no vea ni una nube desde hace seis meses por lo menos en este cielo que me acoge del que  sí tengo que decir es uno de los más luminosos que he visto, junto con el de La Palma. Hasta que no llueva, la capa marrón no se ira y yo seguiré esperando mi Macondo madrileño; por si acaso estoy preparado por que cuando empiece a llover lo hará con ganas, ya lo contaré aunque nunca llueve a gusto de todos según el refrán.

LLUVIA

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

Federico García Lorca


Fdo: Un bagañete exiliado del Mar (Juan Salvador)

3 comentarios:

  1. (Juan Salvador)...¿Gaviota?

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  2. juan salvador perez hernandez16 de octubre de 2011, 21:27

    JA,ja,ja Juan Salvador Perez Hernandez,Sr anónimo.Un saludo, aunque un poco gaviota si que soy.

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  3. Espero que no se haya ofendido..., es que hay una fábula en forma de novela con ese nombre, escrita por Richard Bach que fue un “Best Sellers” en su época y que debería ser lectura obligada…, especialmente para esta juventud “tecno-adicta” que se han olvidado de la magia de un buen libro XD…

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