100 años de soledad (de singularidad)

En Tazacorte no suele llover mucho, recuerdo que cuando era pequeño y llovía se mezclaba el olor a tierra y platanera en un sinfín de matices odoríficos con mil gamas de sensaciones, esas sensaciones que todos los bagañetes tenemos.

La primera vez que leí cien años de soledad se me ocurrió comparar Macondo (el pueblo de la novela) con Tazacorte.Y porqué lo compare, púes sencillo: Mí pueblo siempre ha sido un pueblo de soñadores, de músicos, de pintores, de poetas y artistas como Aureliano Buendía el protagonista de la novela al que le atraía todo lo que fuera sensibilidad, arte y novedad. Y también somos como Arcadio Buendía, el otro protagonista, trabajadores y parranderos que solemos vivir al día y que no nos perdemos una, pero eso sí en los dos casos siempre hemos sido un pueblo noble y celoso de nuestra forma de ser. Diferentes y únicos, diferentes y genuinos hasta que llego el circo de Melquiades (Otro protagonista, que trajo el engaño al pueblo). A veces comparo a la política con el circo que se le va a hacer. El día que se cumplan los cien años como pueblo quizás yo no este pero solo espero que los jóvenes y los niños de ahora lleguen a este centenario y descubran un pueblo prospero, unido a pesar de la diferencia, que siga siendo singular porque aquí todos somos Buendía y no debemos de olvidar eso nunca. Señores que aquí todos nos conocemos y sabemos como somos. No necesitamos este circo que nos han montado unos por un lado y otros por el otro. No necesitamos más Melquiades, gitanos del sentir que nos engañen con ilusiones llenas de promesas y actos vacios de contenido. Esa melancolía que nos hace a veces ver las cosas con un cierto halo de mala leche no la quiero para los próximos bagañetes. No quiero más circo político solo deseo más gente que se ponga a trabajar y si hay que perdonar que se perdone o es que en todas las familias el perdón no es una virtud? 

Quiero un pueblo alegre, con trabajo y con futuro, quiero un pueblo sin lluvias de malas ideas y de hiel mal asumida. Necesitamos volver al origen donde fuimos diferentes y nos revelamos, a ese momento cuando nos dimos de cuenta que el bien común era el bien personal. Aunque esos que siempre nos han engañado y explotado siguen ahí disfrazados de ovejas cuando siempre han sido lobos. Sin entender que todos tenemos más o menos los mismos apellidos que nos hemos mezclado con una sinfonía de ideas con otros pueblos a los que hemos aceptado y que se han integrado. Siempre acogemos, aunque últimamente algunos han confundido esta forma de ser y se han pasado un poco con nuestra hospitalidad y sin entrar en polémica, han abusado de ella. Algunos han llegado como los gringos a Macondo para indicarnos lo que debemos de ser y eso nos ha dividido en vez de unirnos. Han intentando taparnos el sol, llenar el pueblo de diluvios y llevarnos por una senda de intereses creados para que se sigan riendo los de siempre, para intentar someternos como hace años a sus propios intereses. Solo pido que si vienen nos traigan progreso y trabajo que no es mucho pedir porque ya no somos un pueblo de niños ni de adolescentes. Por ellos, por los niños y adolescentes de hoy no nos sigamos portado como si tuviéramos cuatro años, que ya hemos madurado.

Que la lluvia no nos pille sin el paraguas de la unión, que podamos perdonarnos y seguir haciendo un pueblo aunque sea difícil. Espero que sigamos siendo el Macondo palmero tan dual y autentico como siempre, de poetas y artistas, de trabajadores curtidos al sol, de marineros perdidos en el sueño de unos pocos peces para poder vivir. Que la lluvia de la política no nos empape tanto como hasta ahora y empecemos a secar nuestro futuro en lo que hemos sido siempre, TAZACORTE.

Juan Salvador Pérez Hernández