" UN BAGAÑETE EN EL HIMALAYA " ( 10 )

Abandonamos temprano en la mañana Sauraha y el Parque Nacional de Chitwan, otra vez en la carretera y por delante unas cuantas horas de viaje por el insufrible asfalto del Nepal, a nuestra izquierda, allá abajo discurre el rio Trísuli,...no, no se preocupen, ahí no hay cocodrilos, ahí lo que hay son "rápidos", siendo un destino de aquellos que buscan emociones fuertes en la práctica del "rafting".

 Por la carretera puestos con frutas, entre ellas, los plátanos.

    Volvemos ha entrar en la bulliciosa y ajetreada Katmandú en dirección a Nagarkot y ya dentro de Katmandú, circulamos por los apenas 15 kilómetros, (quizás sean menos),  de autopista que tiene Nepal. Llegamos a la empinada carretera que nos lleva a Nagarkot, empinada y estrecha.
    Llegamos al Hotel, aquí tambien está lleno de chinos, mamaaan! No es que el hotel tenga una alta ocupación, pero los únicos occidentales eramos nosotros, el resto chinos.
 
    Estamos a 2.000 metros de altitud, exactamente en el borde del valle que rodea a Katmandú y frente a nosotros a unos 25 ó 30 kilómetros, la imponente cordillera del Himalaya, allá a lo lejos despunta la cima del monte Everest con sus 8.848 metros de altura.

Desde el hotel, esta era la visión que teniamos del Himalaya.

   Los turistas chinos se han ido en su gran mayoria y eso se nota, hay una gran tranquilidad en el hotel, un lugar concebido para descansar, relajarse, leer un libroo como es mi caso revisar y actualizar mis notas de viaje. A lo lejos, los picos más altos reciben los últimos rayos del sol de la tarde, empieza ha hacer algo de frio. En un altísimo arbol, allá en frente anida una colonia de águilas, conté como unas catorce, todo un espectáculo de la madre naturaleza.

 

Atardece en el Himalaya.

    Aprovecho el atardecer en Nagarkot  para cumplir con una promesa personal y es plantar la bandera de la Villa y Puerto de Tazacorte frente al Himalaya. Me dirijo a una pagoda cercana y en una de sus estupas coloco el estandarte bagañete así como una foto de nuestros queridos caballos fufos.

ANTONIO CON LA BANDERA 

LOS CABALLOS FUFOS

LA BANDERA DE TAZACORTE

   Me levanto a las 5 y media de la mañana, si el atardecer sobre el Himalaya fué espectacular, el amanecer no lo es menos. Ver como va saliendo el sol y encendiendo las cimas de las montañas mas altas de la tierra te llena el espíritu. Me llevo la maleta llena de recuerdos y sensaciones de este pequeño y sorprendente pais que es Nepal.


   Salimos camino del aeropuerto de Katmandú, nuestro vuelo a Delhi sale a las 11.30 de la mañana. En la terminal, bajamos las maletas y nos despedimos  de Rham, el chofer del todoterreno que nos llevado, - a su forma y estilo de conducir por esas carreteras- Nos cuesta despedirnos de Rham, hicimos buena amistad. Será un tópico, pero no me gustan las despedidas.
    Vamos a facturar y la cola... salía hasta a la calle. Llego con mi maleta al scanner, la que iba a ir facturada en la bodega del avión y allí saltaron todas las alarmas, el tio que llama por el walkie-talkie a la seguridad, alli aparecen dos militares cada uno con un Kalasnhikov en ristre, el otro no paraba de señalar mi maleta amenazante y que la abriera, pero ya !!


   ¡¡ Metalic cilinder...metalic cilinder !! No paraba de gritar y los soldados no me quitaban ojo de encima.


   ¿Donde coño habré puesto yo la llave del candado de la maleta?


  Todo dios enfocando pa´mi, imaginense la escena.
  Por fin aparece la llavita, abro la maleta y cuando voy a enseñarla, me retiran y que nada...la inspeccionan ellos, yo no puedo tocar nada. Hasta que por fin aparece la posible amenaza terrorista...el metalic cilinder no era otra cosa que un cacharro de BAYGON
que habiamos llevado para los mosquitos. Hay que joerse con los controles. Ni que decir que todos los turistas descojonados de risa,
hasta los soldados del kalasnikhov y al controlador se le quedó cara de totufo, ni siquiera me requisó el Baygón.

 El "metalic cilinder" sospechoso.

    Nuestro vuelo a Delhi transcurrió paralelo al Himalaya hasta que viramos al sur para meternos en la Iindia, llegamos al aeropuerto, nuevos controles pero por fin salimos a la calle. Un calor sofocante una vez que abandonamos la terminal con su aire acondicionado.
Buscamos a nuestro "transfer" entre los muchos carteles que exhiben a la salida, ninguno es el nuestro, seguimos esperando y buscando, llamamos a la central, no contesta nadie. En fin, nos quedamos en un hotel cerca del aeropuerto. No se si es el cambio de temperatura, pero no me encuentro bien. Tengo 38.4 de fiebre, así que paracetamol al canto y ha echarme un rato.
   A eso de las nueve ya estoy mejor y vamos a cenar. El hotel un poco cutre pero apañado.
   Al siguiente dia el coche del hotel nos lleva al aeropuerto. Nuestro vuelo a Frankfurt sale a las cuatro y media de la tarde.

   Adios Nepal... ¡ NAMASTÉ !

   Adios Nepal  ¡ NAMASTÉ !

FDO.- CURVA DE MARINA