DIVIDE ET VINCES

La situación actual no es muy halagüeña que digamos. La crisis devora todo lo que se le ponga por delante y aun así no vemos que existe una clase social conformada por políticos, banqueros y algún que otro estómago agradecido llámese periodistas pelotas o profesionales de oficios varios que deben favores, que nos quieren controlar. Quieren controlar lo que como, cómo me visto y hasta si pueden lo que defeco.

Cada vez me dan más asco las actitudes hipócritas y banales que está adoptando esta clase social a la que yo llamo los “feudales”en homenaje  a la Edad Media. Sí porque a pesar de todo seguimos en la Edad Media, estamos involucionando. En vez de progresar vamos hacia atrás como los cangrejos. Nos quieren controlar todo, censurar las ideas y hasta si pueden vampirizar nuestro sudor y nuestra sangre. Quieren poner puertas al campo, como en el caso de internet, les molesta internet. Les molesta que este medio siga como un Robin Hood moderno siguiendo con mi fantasía medieval. Pero no, esto no es una fantasía. Parece que estos señores “feudales” quieren más. Nos quieren como máquinas a sus órdenes y bajo se voluntad. Y me preguntareis cómo lo consiguen, pues muy fácil, con el arma más grande que siempre han utilizado los más poderosos: la confrontación. No nos estamos dando cuenta de que es eso lo que quieren. Que estemos continuamente peleándonos mientras ellos desde sus atalayas se siguen riendo de nuestras miserias.

Que si eres canario debes de odiar al godo-colonizador, que si eres bagañete debes de odiar al de Los Llanos, que si eres chicharrero odia al canarión, que si eres madrileño odia al catalán… así un largo etc. Es el control al que nos someten, y creedme,  se parten de risa, nos ven como tristes marionetas manejadas a su antojo. Esto es lo que está pasando, lamentablemente es la manera en la que en estos días oscuros de esta Edad Media del siglo XXI los “feudales” nos están controlando, dividiendo de una manera sutil nuestras conciencias, derivando sus egoísmos y sus miserias a sus semejantes mientras tanto ellos engordan en el placer de sus risas malévolas y de sus desmanes dinerarios.

No me queda otra esperanza que de una vez por todas comience un renacimiento de ideas, ya no por mí sino por mi hija y su generación y por los que vienen detrás. Ellos no se merecen que se rían de ellos. Hay que empezar a cambiar las maneras porque los modos ya los perdimos hace tiempo. Hay que empezar a demostrar a estos cuervos que no van a poder con nosotros, por nuestros hijos y por el futuro no nos dejemos engañar, que no nos vacilen. Empecemos a cortar la cuerda que nos atan a sus manos. Aún hay tiempo.

“¿De qué sirve la libertad política para los que no tienen pan? Sólo tiene valor para los teorizantes y políticos ambiciosos”. (Jean Paul Marat)

Juan Salvador Pérez Hernández