DE LAS URNAS Y SUS LEGITIMIDADES Y VERACIDADES

Autor Awarita

Legitimidad y veracidad ante las urnas

¿Es legítimo acceder al poder con mentiras y mantenerlo?

Dice el refrán que el hambre agudiza el ingenio. Es bastante probable. Si en estos momentos todavía no hay hambre masiva en este país es gracias en parte a los servicios menguantes del Estado Asistencial, y mayoritariamente por el apoyo solidario de las familias a sus miembros en paro. Pero por el camino que vamos, todo puede llegar. Y en ese trayecto, un sector de la población, todavía minoritario pero creciente, empieza a plantearse cosas hasta ahora impensables, comienza a poner en duda verdades hasta ahora indiscutibles. Las vacas sagradas se tambalean en su pedestal.

Vienen elecciones, y se supone que son para elegir a nuestros gobernantes. Pero hemos visto negro sobre blanco que quienes elegimos no son luego los que gobiernan. Son solo testaferros, marionetas. Gobierna el Mercado, genérica palabra tras la cual se esconden ladrones de guante blanco y tahúres de las finanzas. Hasta la sagrada Constitución Española fue cambiada de prisa y corriendo por el binomio PPSOE, con nocturnidad y alevosía, porque el Mercado se lo sugirió. ¿Vivimos pues en una democracia en la que el pueblo gobierna a través de sus representantes libremente elegidos? Muy dudoso, cada día más dudoso.

Vienen elecciones, y se supone que en ellas los partidos nos presentan su programa electoral, sus compromisos ante el pueblo, y el pueblo elige democráticamente el que mejor le conviene. Pero ya hemos visto, negro sobre blanco, que los programas electorales son una serie de vaguedades genéricas mezcladas con mentiras totales. El próximo 20 N puede salir elegido un partido con una serie de propuestas mayoritariamente apoyadas en las urnas, y tres meses después puede aplicar otras diametralmente opuestas a sus compromisos… Al parecer eso es legal y ¿legítimo?, y hay que tragar con ello durante cuatro años, durante los cuales el líder embustero que nos ha engañado hace lo contrario de lo prometido. Y encima diciendo que está ¿legitimado? por las urnas y la voluntad popular para gobernar de esta manera. ¿Vivimos, pues, en una democracia donde el pueblo puede controlar a sus elegidos? Muy dudoso, cada día más dudoso.

¿Cómo podría el pueblo elector saber qué candidato miente y cuál dice la verdad? ¿Con qué método discernir entre el que promete con intención de cumplir y aquel que habla y habla de maravillas que luego no tiene ninguna intención de llevarlas a cabo, una vez en la poltrona? En las actuales condiciones, no lo tenemos. En las actuales condiciones, la clase política no es de fiar. Esta democracia que nos han vendido hace aguas, es una estafa. Y hay que decírselo en sus caras sin complejos, sin cortapisas, con descaro, provocativamente si hace falta, cargados de razones. Debemos tener la posibilidad de denunciarlos por incumplimiento de contrato, si no cumplen. Nada de cheques en blanco en las urnas para que hagan y deshagan a su antojo.

Hablando de descaro, podríamos hacer un par de descaradas propuestas a los señores aspirantes a convertirse en su señoría parlamentaria, para probar su honestidad y sinceridad. Hace bien poco saltó la noticia de un nuevo invento, un aparato creado por una universidad británica que puede dictaminar, a distancia, si una persona está mintiendo o diciendo la verdad. Ya han pensado en sus posibles aplicaciones en temas de seguridad, especialmente en aeropuertos, cuando haya que hacer preguntas a pasajeros sospechosos. Pues bien, ¿no sería de más utilidad aplicarlo a la política? ¿Se imaginan el espectáculo si enfocáramos el visor del chisme en cuestión hacia un líder en plena comparecencia ante los medios, y la lucecita roja empieza a parpadear en cada promesa que nos haga? De película…

Otra posible propuesta sería solicitar a sus señorías, como prueba de su honestidad, moralidad, respeto a la ley y concordancia entre lo que dicen y lo que hacen…, que se prestaran a un análisis periódico para dictaminar si son consumidores habituales de substancias ilegales. Otro espectáculo de infarto: sus señorías vociferando en el Parlamento contra las drogas y proponiendo medidas más duras contra el tráfico y consumo, y luego apareciendo señales inequívocas en su sangre de que se meten de todo por sus parlamentarias fosas nasales. No es esto un disparate, no. Ya en Italia, país similar a España especialmente en lo malo, un periodista con dos bemoles obtuvo pruebas de la adicción de 3 de cada 10 congresistas, analizando restos de su saliva en los micrófonos al entrevistarlos. ¿Y aquí qué tanto por ciento podemos imaginar que obtendríamos? Pensemos lo peor y probablemente acertaremos. En Italia, unos pocos parlamentarios se prestaron a un análisis voluntario para demostrar que no todos son iguales. Otros, la mayoría, se negaron a ello y arremetieron contra el periodista. Muy elocuente. No es extraño que en internet el jovencísimo rapero Pablo Hassel (procesado por la Audiencia Nacional) y los Chikos del Maíz, raperos de temas políticos, se hayan convertido en un éxito, como terapia para oír decir a gritos lo que muchos pensamos en privado… aunque no de una forma tan descarnada.

Y mientras tanto, siguen los recortes, siguen diciendo que no hay dinero, y siguen apareciendo casos y más casos de derroches inmensos, bárbaros, disparatados, vergonzosos, por los que nadie asume su responsabilidad. Aeropuertos de Castellón y Ciudad Real, inversión bestial y luego no hay aviones que los utilicen. El tren AVE a Albacete, otro chorro de dinero, y luego cerrado a los tres meses por falta de clientes…¿Existe acaso alguna prueba más evidente de que estos gobernantes están bajo los efectos de alguna substancia alucinatoria cuando diseñan sus proyectos?¿O es que estas obras son como algunos pantanos de Franco, hechos solo para ser inaugurados aunque luego no sirvieran para nada? Como sus errores los pagamos nosotros…

NOTICIA PUBLICADA EN LA VOZ DE LA PALMA