NOVIEMBRE ELECTORAL

Noviembre ha sido siempre para mí, desde que vivo en Madrid un mes lleno de nieblas, de fríos, de lluvias, de castañas asadas, aunque ya no quedan castañeras, de bosques llenos de setas, algunas de ellas peligrosas, hay que ser un buen micólogo, virtud que no tengo.

No sé si por mi condición de canario, o porque no pateo los montes cercanos con mucha asiduidad, el hecho es que para mí los níscalos y las setas en general sigue siendo un misterio incluso gastronómico, que ese sí me fastidia por mi amor a la comida. Cosas que siempre y después de casi veintitrés años en Madrid suceden en este mes. También recuerdo que el invierno está cerca, y aquí los inviernos no son igual que en mi pueblo, aquí son inviernos fríos y con olor a tea quemada en estufas, esta es otra de las maneras con las que identifico este mes. Porque sí amigos, todavía en ciertas zonas de esta tierra que me acoge existen estufas de leña, y hay hogares que se calientan con braseros a pesar de estar en la capital de este bendito país. Todavía existen estas maneras de luchar contra el frío y la penalidad de esta estación llena de nieblas y fríos. Todavía hay gente que por desgracia no se puede permitir tener gas natural en sus casas y recurren al antiguo método de la madera quemada y el brasero.

Desgraciadamente también hay muchas familias que no llegan a fin de mes y no pueden ni pagar el gas que les calientan ni tienen leña para quemar, para dar un poco e calidez a sus vidas y a sus casas. Esa ventaja que tiene el clima de mi tierra, aquí no se puede disfrutar, pero a todo se adapta uno.

Este mes también lo recordaré por ser un mes electoral. No recuerdo si en la pequeña historia de nuestra democracia se han celebrado unas elecciones  generales en Noviembre, no lo sé, lo desconozco. Unas elecciones que como este mes están siendo frías y sin calidez. Se nota falta de ideas en los políticos, que con la que está cayendo no han suscitado en mí nada más que indiferencia y apatía por la falta de innovación en sus programas. Pienso que cada vez es más de lo mismo. Nadie destaca por su carisma y sus ideas, ningún programa me convence, pero eso sí el día veinte iré a votar como he hecho siempre porque a pesar de este frío que se me mete en los huesos y en el alma sigo creyendo que una democracia que a todos nos ha costado ganar, incluso a algunos les ha costado la vida, esta democracia que parece que ha entrado en un otoño de ideas pero que seguramente y con el esfuerzo  de todos incluido los políticos algún día despertará en primavera.

Espero que ahí sigáis disfrutando del clima, y que como yo, aquí en el centro empecéis a levantar el vuelo hacia la primavera de esta democracia, que poco a poco nos vamos ganando. Simplemente os pido que el día veinte vayamos a votar por aquellos que no tienen con qué calentarse y por todos los que tanto aquí en Madrid como ahí en la Palma no llegan a fin de mes. Hay que seguir llenando la vida de esperanza, aunque en este caso no se vista de verde sino de un azul verdoso con tendencia al verde de la esperanza. Esa esperanza que tengo de que todo cambie poco a poco, políticos incluidos. Hay que tener fe, y en este caso más que nunca como virtud.

                   Un bagañete exiliado del mar: Juan Salvador Pérez Hernández